Soy una de esas afortunadas*1 que siempre ha tenido claro que quería estudiar, PSICOLOGÍA, y lo pongo en mayúsculas porque me apasionaba, más concretamente la NEUROPSICOLOGÍA. Esta premisa, la de” ser psicóloga”, fue un maravilloso pretexto para que todo mi alrededor me pidiera que, “¡No les psicoanalizara!”. Aunque he de reconocer que me maravillaba pasarme las noches escuchando los problemas, los miedos y las frustraciones de la gente. Puede parecer retorcido o una absoluta locura, pero como una compañera P.A.S*2 me describió una vez: “Es como si al identificar las necesidades del otro, les traspasásemos una enorme bola de luz y poco a poco nosotras nos fuésemos haciéndonos pequeñitas, y quedándonos sin energía, pero completamente reforzadas y satisfechas por la satisfacción del otro”. Más tarde entendí el papel de la oxitocina en todo esto, lo que cambiaría por completo mi forma de ver las cosas. Y es así como me enamoré de mi profesión, LA PSICOLOGÍA, y lo pongo en mayúsculas porque es una profesión preciosa, desgraciadamente poco valorada en nuestra sociedad. Pero, ¡Buenas noticias! para eso estamos aquí, para acercarnos un poquito más al mundo del asertividad, el apego y a una vida más sosegada y enamorada con nosotros mismos. *1(o no tanto, lo veremos en próximas entradas sobre roles en familia.) *2 P.A.S: (Personas altamente sensibles)